Pintura: “A la sombra de Sylvia Plath” o “Under the shadow of Sylvia Plath”, 2017 (50 x 60cm, acrílico sobre lienzo).
La pintura de esta publicación está inspirada en la trágica historia de dos poetas, que causa morbo y admiración a quienes la saben, leen o investigan. Se trata de la historia de la talentosa y reconocida Sylvia Plath; y de la bella y olvidada Assia Wevill, quien siempre se sintió opacada por Sylvia.
Ambas tuvieron algo en común que al final las llevó al suicidio, el enfermizo amor por el famoso y egocéntrico poeta Ted Hughes. La historia se encuentra documentada en varios de los escritos de estos tres poetas.
“Estoy atrayendo sobre mí la catástrofe de Sylvia. Con la enorme diferencia de que ella tenía un millón de veces más talento que yo”.
“Soñadores” es un poema que Ted Hughes dedicó a Assia Wevill y que narra el momento en que según el poeta ambos se enamoraron.
Silvia Plath escribió el poema “Palabras oídas casualmente por teléfono” al escuchar una conversación de los amantes.
El siguiente es un desgarrador poema escrito por Verónica Manzo Barajas titulado “A la sombra de Sylvia Plath” que hace alusión a lo desventurado y desafortunado de este amor a través de los ojos de Assia Wevil, por quien Ted Hughes dejaría a la poeta Sylvia Plath y a sus dos hijos, y quien tendría un final semejante al de Sylvia.
Por Verónica Manzo Barajas
Hay un “amor”… un “amor” que te roba la luz que brilla desde tu interior, que te arrastra hasta la vorágine de los deseos prohibidos, para emerger de ellos como alguien que ni tú mismo puedes ya reconocer…
(El suicidio de un poeta siempre tiene un fin, quiere castigar… y a la vez, trascender a la utopía de sus propias creaciones… a la realidad paralela que engendra en su fantasía, donde el centro todo… es él mismo).
“A la sombra de Sylvia Plath”
Si en la primicia del deseo enfermo
que sembró en mí,
cual espejo de un futuro cierto
no te vi
hoy te veo… alma ida
y me veo reflejada en ti.
Reflejada, en el sin sabor de la espera cruel,
en la honda amargura del desaire cínico
de su bella desnudez,
en la hoja blanca, en la tinta negra
y en la prosa eterna
que también le dediqué.
Transito el mismo sendero de obsesión y duda
que fue perdiéndote a ti
me transformo… me destruyo
y día a día
me parezco más y más a ti.
Y si en la catástrofe de éste amor convulso,
apagué la luz que había en ti
sombra ida… culpa mía
te lo juro…
que en tu espejo no me vi.
Espero que hayan disfrutado de la pintura y del genial poema.
Elena
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